Autor: admin 21 septiembre 2009

Fernando Sánchez Alonso

A Antonio Garrido Domínguez, 
quien indirectamente me sugirió este texto.

¿Qué es un crítico literario?

El crítico literario es un médium a través del cual habla el texto. Expresado de otra manera, el crítico es un poseso, como sostenía Platón al hablar del entusiasmo del poeta y de la locura divina, la única sagrada; alguien, en fin, por cuya boca se manifiesta la voluntad de los dioses. En ese estado de delirio, y abducida la voluntad por las fuerzas de la santa tradición literaria, arropado por sumos sacerdotes, textos muertos y autores que solo él ve, nadie más, el crítico escribe su reseña y aun vaticina y profetiza la suerte que correrá un autor. Y para demostrar que su voz no es su voz, sino la de una instancia suprema, su reseña a menudo adopta unos exquisitos modales esotéricos, como si estuviera a medio camino entre los garabatos de una piedra Rosetta compuesta por un autista con problemas de lateralidad y un fragmento arrancado del I Ching traducido al cristiano directamente de una versión al bielorruso por alguien que solo chapurrea el pakistaní.

Autor: admin 25 septiembre 2008

Javier Fresán

No siempre son los jóvenes quienes comienzan una revolución. Lo sabe bien la catedrática de Literatura Española Rosa Navarro Durán (Figueras, 1947), que tras una vida entera dedicada desde varios frentes a la edición y comentario de textos clásicos, se lanzó a comienzos de este siglo a una investigación que la ha llevado a descubrir quién se esconde detrás del Lazarillo y a proponer una lectura nueva de la obra que resuelve muchos de sus problemas textuales. Fruto de este trabajo es su ensayo Alfonso de Valdés, autor del Lazarillo de Tormes (Gredos, 2004, 2ª ed. aumentada), en el que reconstruye minuciosamente la biblioteca portátil de este escritor fuera del canon, secretario de cartas latinas de Carlos V y valedor de Erasmo en España, que Menéndez Pelayo consideraba el mejor prosista de la primera mitad del siglo xvi. Porque no se puede entender ningún texto de los Siglos de Oro —explica la profesora Navarro— sin un conocimiento preciso de las obras literarias de la época, que ponga de relieve la complejísima trama de referencias, amistades y enemistades, o exhibición de lecturas. Nos encontramos en el palacio de la Magdalena, donde dirige un curso para los mejores estudiantes de Bachillerato, y charlamos durante casi dos horas, en las que Vuestra Merced, la página arrancada, los zapatos del pobre Lázaro o los peligros del confesionario —argumento central del Lazarillo— desfilan por la conversación con una vitalidad extraordinaria.

Autor: admin 28 noviembre 2006

Emilio Alarcos Llorach: Mester de poesía
Visor, Madrid, 2006

Los lectores interesados en el estudio del lenguaje conocen a buen seguro las numerosas aportaciones de Emilio Alarcos a la diversidad babilónica de las doctrinas lingüísticas. Sus estudios gramaticales culminaron hace poco más de diez años con una sucinta Gramática de la Lengua Española (1994), que ha conseguido una extraordinaria acogida entre el público general. No menos conocidos son sus abundantes estudios de crítica literaria, entre los que sobresalen La poesía de Blas de Otero (1955) y Ángel González, poeta (1969), ejemplares por muchos motivos, y en particular, por las agudas reflexiones sobre la lengua poética. Al hilo de estos estudios críticos, y por necesidades del guión, Emilio Alarcos fue elaborando una poética implícita, expuesta parcialmente en otros trabajos de carácter teórico, como los titulados “Fonología expresiva y poesía”, “Secuencia sintáctica y secuencia rítmica”, “Poesía y estratos de la lengua”, que alguno de sus numerosos discípulos haría bien en exponer de manera ordenada.

Autor: admin 31 enero 2006

Francisco Javier Urkijo: John Frankenheimer
Cátedra, Madrid, 2006

Por desgracia, en ocasiones la crítica (no sólo) de cine gusta de incurrir en el vicio de convertirse en un acomodaticio pozo de tópicos. No es (ni será) la primera vez que, con respecto a tal o cual profesional del medio cinematográfico, se establecen una serie de esquemas de apreciación que, en adelante, se repiten de modo becerril. Eso ocurrió con Clint Eastwood hasta casi finales de los años ochenta, está dejando de acontecer ahora con Sergio Leone y sucede todavía con Ridley Scott, por citar tres casos de esa clase de extraordinarios cineastas donde la crítica tarda en saber ponerse a la altura de sus respectivas filmografías. A esta estirpe de buenos directores que son víctimas de esclerotizados parámetros de apreciación perteneció John Frankenheimer (1930-2002).