Autor: 2 julio 2009

Norberto Luis Romero
Emma Roulotte es usted
Eclipsados, Zaragoza, 2009

El «autor» se ha atascado prácticamente al inicio de la narración. Al parecer no ha considerado necesario plantearse previamente el argumento, la estructura, los personajes ni mucho menos qué papel les hará jugar.

Solo tiene a un muchacho anodino y sin nombre con un propósito que lejos de resultar misterioso, en realidad parece vago, además de recordar peligrosamente a propósitos similares de otras muchas historias.

Igual sucede con la noche brumosa y el paisaje del pueblo perdido en la geografía a la que ha conducido al joven, a fuerza de descripciones manidas y lugares comunes.

Quizás introducir un personaje nuevo le sirva para socorrer al anterior y hasta para salvar el relato, cuyo hilo ha perdido o nunca tuvo. Entonces, como último recurso para convocar su inspiración, recurre a Emma.

Ella sabe que «su presencia es arbitraria» pero solícita, se dispone a ayudar, arriesgándose a que el autor —que es tan egoísta como todos— no vuelva a recurrir a ella.

El motivo es que quiere ser un auténtico personaje, dotado de rasgos singulares y poder intervenir en hechos literariamente memorables. Sí: Emma quiere ser protagonista, lo que ocurre es que no está segura de ser de ese relato o de algún otro, ¿quién sabe?

Lo que sí sabe es que «las reglas del juego literario, de las cuales el autor es inocente debido a su torpeza narrativa, son insondables».

De modo que hasta que su vocación se convierta en destino se irá trasladando, como hasta ahora ha tenido que hacer, de un paisaje literario a otro, viajando en la caravana —o roulotte— donde vive.

En adelante Emma —y los lectores con ella— realizarán, conducidos hábilmente por Romero, un divertidísimo itinerario con paradas en los más diversos géneros, donde conocerán a distintos autores, sus ambiciones, recursos y los gajes propios del oficio de escribir.

Se trata de averiguar si es posible que Emma encuentre un relato interesante, con un estilo digno, escrito por un autor inspirado y que le conceda la voz singular que la convierta en protagonista.

Pero, ¡ay!, no encaja en el relato de ciencia ficción —minuciosamente regido por las reglas de los fundadores del género— y escrito a cuatro manos por dos insulsas hermanas que, debido al abuso de cierta sustancia —presuntamente inspiradora—, sufren gravísimos efectos colaterales. Eso da al traste con la fama que ansiaban, convirtiéndolas en criaturas semejantes al Samsa de Kafka, confinadas para siempre en un museo de ciencias.

Emma entonces intentará colarse en un cuento de realismo sucio, pero saldrá huyendo apenas descubra al «jodido» escritor fracasado que busca recuperar o encontrar al fin su talento en el alcohol.

Por su parte, el negro que hace de negro humillado constantemente por el escritor-negrero no le hará sitio a Emma, ocupado como estará en colarle un vengativo gol a su dueño para que, en lugar de convertirse en autor de best- séllers, sea denunciado por plagiario.

En cuanto al mediocre que recurre a la solución facilona de comprar sustantivos (acompañados de pronombres sin coste adicional), citas en latín para acápites cultos o argumentos, sin olvidar llevarse la oferta estrella del almacén de palabras: la partícula «mente» para fabricar adverbios, no será este autor el que Emma elija. Tampoco la convence ser hada de cuentos feéricos ni princesa o hechicera de los orientales…

De modo que tendrá que optar por ponerse a escribir, para inventarse a sí misma y cobrar por fin una verdadera vida literaria.

Resulta sorprendente que, entre la «Mención de Honor» que recibió Norberto Luis Romero en el concurso convocado por la Revista del Sur de Malmö (Suecia) en 1991 por esta hilarante y magnífica novela, y su publicación en España hayan transcurrido dieciocho largos años.

¿Será que alguien pudo temerle a Emma Roulotte?

Varda Fiszben


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