Autor: 28 mayo 2007

Francisco Javier González-Fierro Santos: Las 100 mejores películas sobre boxeo
Cacitel, Madrid, 2006

Si tuviésemos que hablar del deporte que más y mejor ha sido llevado a la gran pantalla, no quedaría más remedio que referirse al boxeo. Aunque sean muchos sus detractores, a pesar de ser legión quienes no lo consideran un deporte, es el boxeo una disciplina que ha atraído a los cineastas y guionistas de todo el mundo en tal cantidad que, según se afirma en este libro, bien podría conformar un género cinematográfico en sí mismo.

Mientras otros deportes sólo nos conducen a la aburrida dinámica de superación que tanto gusta en Estados Unidos, el boxeo nos sumerge en un universo donde abunda todo tipo de personajes y prototipos que van más allá de los mundillos específicos de cada especialidad deportiva. Todo un crisol social que nos lleva desde las altas esferas al lumpen más cutre, de las heroicas peripecias a las más bajas pasiones, de la miseria a la gloria, del placer al dolor. Las conexiones temáticas con el mundo gangsteril tampoco deben desdeñarse, pues de ese mundo de corrupción, apuestas fraudulentas, combates amañados, 
miseria, sonados supervivientes en busca de su última oportunidad, se han nutrido obras maestras en casi todas las décadas de existencia del séptimo arte. Pero no sólo han sido los temas sino la técnica cinematográfica la que ha podido experimentar y evolucionar a través del uso de cámaras más ligeras o la planificación subjetiva, por poner sólo un par de ejemplos notables.

En este trabajo, el asturiano González-Fierro va más allá de la mera entrega con sus fichas bien dispuestas y aporta una serie de interesantes capítulos.

Comienza con una breve historia del boxeo, remitiéndonos a los Juegos Olímpicos del mundo antiguo, desde el 688 d.C en Grecia hasta llegar a la actualidad. Posteriormente, establece una división de las diversas etapas de la relación cine-boxeo: desde los albores, a principios del siglo pasado, que se abrieron con peleas filmadas, hasta llegar a la ficción, pasando por los años de eclosión posteriores al cine mudo, hasta la actualidad. Muy interesante resulta la mención a los boxeadores reales que serían reclamados por la gran pantalla y su filmografía, con algunos nombres que llamarán la atención del lector como Joe Louis, Jake La Motta, Muhammad Ali o Joe Frazier, además de los españoles Fred Galiana, Pedro Carrasco o José Legrá. Asimismo, dándole la vuelta a la tortilla, enumera a los actores que practicaron el boxeo como Jack Palance, Robert Ryan, Victor McLaglen, Fred Ward o Mickey Rourke, entre una larga lista que también incluye a Jean-Paul Belmondo, Tony Leblanc o Conrado Sanmartín. La saga de Rocky ocupa otro de los capítulos, y en ella se detiene el autor con gran profundidad, sin desdeñar su importancia en el cine tanto desde el punto de vista industrial como crítico. La enumeración de las Cien Mejores Películas y un exhaustivo repaso a los galardones obtenidos por el cine de boxeo son las últimas paradas antes de detenerse en la propia selección del autor. En cada una de las cien películas se muestra una ficha técnica, una ficha artística y unas “consideraciones” donde se mezcla la opinión, la crítica propiamente dicha, y curiosidades y otros aspectos temáticos que no se pudieron ofrecer en la sinopsis. A excepción de unas pocas películas entre las elegidas, el esquema se repite con el acierto de mantener el interés sin detenerse en profundizar hasta el hartazgo ni tampoco internarse en territorios resbaladizos.

El libro viene profusamente ilustrado con gran lujo tanto en fotos, muchas de ellas espectaculares (las de Fat City, Nadie puede vencerme o Rocky impresionan), como en los carteles de todos los filmes seleccionados. Un atractivo aporte que realza un contenido que se completa con los capítulos dedicados a otras grandes películas de la historia del cine donde el boxeo no es el eje temático, a los documentales tanto biográficos como desde el punto de vista social, a otras producciones no incluidas entre las cien mejores, al boxeo y el cómic (un capítulo muy interesante, dada la escasez de bibliografía sobre ambos) y a los filmes españoles.

Tras una época de verdadero empacho de este tipo de publicaciones con fichas más o menos elaboradas (por desgracia, la moda provocó un deterioro de la calidad en estos trabajos), el autor sabe superar las convenciones establecidas en este tipo de selecciones y dotar con buen gusto a este libro de una serie de argumentos que lo lleven más allá de una mera, arbitraria, caprichosa selección. Un acierto que lo sitúa como un solvente estudio apto tanto 
para especialistas como para aficionados.

Manolo D. Abad


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