Autor: 16 noviembre 2008

Jesús Aguado (selección, traducción y prólogo)
No pasa nada. Los poetas beat y oriente
El Bardo, Barcelona, 2008

Probablemente ningún movimiento cultural haya sabido aunar en una única búsqueda libertad, felicidad y conocimiento de forma tan armoniosa como lo hicieron los poetas beat. El término surgió durante una conversación entre Kerouac y John Clellon Holmes en 1948 (este último lo popularizó en un artículo aparecido en el New York Times a finales de 1952), pero hasta 1959 Kerouac no aclaró en qué pensaba cuando lo usó: no en «ritmo» ni en «vencido», como habían sugerido algunos, sino en «beatitud». Ginsberg aporta otros posibles significados: «acabado», o «abierto» en el sentido whitmaniano de «apertura a la humildad». Todo muy «oriental»…

Muy pronto esa búsqueda de la libertad y la liberación de la conciencia hizo que los beat miraran a Oriente. El primero en hacerlo fue el maestro de todos ellos, Kenneth Rexroth (a quien Gadir por fin ha editado en castellano: ojalá alguien se atreva pronto con su maravillosa An autobiographical novel), que no solo tradujo lo mejor de las literaturas china y japonesa, sino que, y esto es lo más importante, supo captar su espíritu más profundo. Donde Ezra Pound solo fue capaz de ver pagodas doradas y asuntos más o menos palaciegos y mings, Rexroth vio un espejo en el que se reflejaba no la imagen exterior, sino lo más hondo y espiritual de nosotros.

Ya en los primeros años cincuenta, Ginsberg y Kerouac (con la ayuda de Gary Snyder, en quien Kerouac se basó para escribir Los vagabundos del dharma), cada uno en una costa, expandían el interés por el budismo y la cultura oriental en general. En realidad, no partían de la nada, y eran muy conscientes del nexo que había entre Emerson y Thoreau y esa cultura oriental: una base muy sólida que les ayudaba a ver en la tradición china y japonesa no un divertido exotismo, sino un desarrollo (aunque más antiguo) del pensamiento propio. En realidad, estaba naciendo Oriente tal y como hoy lo entendemos en Occidente.

No pasa nada. Los poetas beats y Oriente es una antología de otra antología: la de Carole Tomkinson Big sky mind. Eso no le resta ningún valor a la selección de Jesús Aguado, que (además de tener la honestidad de reconocerlo) nos regala un conjunto de traducciones perfectas: exactas y convertidas en poemas que parecen haber nacido en castellano.

No es raro: Aguado es uno de nuestros mejores poetas de ahora, y él mismo se ha acercado con inteligencia y sutilidad a las tradiciones orientales. 15 son los poetas incluidos en esta antología. Kenneth Rexroth es el primero que consigue ver en la poesía oriental algo más que exotismo y jades, comprende su sensibilidad sin imitarla, y la funde con la propia. El puñado de versos aquí incluidos son un buen ejemplo: prácticamente su obra completa lo es. Pocos poetas de la naturaleza como Gary Snyder, que pasó doce años en Japón aprendiendo a meditar y traduciendo sutras budistas. Snyder sigue en activo y mantiene sus principios poéticos: su último libro, Axe Handles, parte de un axioma de Lu Ji: «Al hacer el mango de un hacha cortando madera con un hacha el modelo está bien a la vista». En España solo tenemos la brevísima antología que Nacho Fernández preparó para Árdora, titulada La mente salvaje, que nos pone ante lo más parecido que tenemos a un Wang Wei que hubiera nacido en el siglo xx y leído a Thoreau y Whitman.

No faltan tampoco los beats más conocidos (los enormes Kerouac, Ginsberg, Ferlinghetti) y abundan los rescates de otros menos leídos por estos pagos que invitan a continuar la lectura. Este es uno de los libros más hermosos que se han publicado en mucho tiempo. Y es un espejo raro, perspicaz y preciso: nos enseña cómo somos por dentro sin deformar la imagen ni cambiar la izquierda por la derecha. Una lección verdadera de sabiduría vital y vitalista. Los beats descubrieron, entre otras muchas cosas, aunando la filosofía del Este y el Oeste, que no es necesario renunciar al placer para evitar el dolor, que es posible acercarse a la libertad plena. Buda, de haber nacido en el siglo xx, hubiera sido poeta beat.

Martín López-Vega


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