Archivo de enero, 2006

Al césar lo que es del césar

martes, enero 31st, 2006

Francisco Javier Urkijo: John Frankenheimer
Cátedra, Madrid, 2006

Por desgracia, en ocasiones la crítica (no sólo) de cine gusta de incurrir en el vicio de convertirse en un acomodaticio pozo de tópicos. No es (ni será) la primera vez que, con respecto a tal o cual profesional del medio cinematográfico, se establecen una serie de esquemas de apreciación que, en adelante, se repiten de modo becerril. Eso ocurrió con Clint Eastwood hasta casi finales de los años ochenta, está dejando de acontecer ahora con Sergio Leone y sucede todavía con Ridley Scott, por citar tres casos de esa clase de extraordinarios cineastas donde la crítica tarda en saber ponerse a la altura de sus respectivas filmografías. A esta estirpe de buenos directores que son víctimas de esclerotizados parámetros de apreciación perteneció John Frankenheimer (1930-2002).

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Gabinetes 
y destierros

martes, enero 31st, 2006

Ángeles Egido León: Republicanos en la memoria: Azaña y los suyos
Prólogo de Rafael Torres
Eneida, Madrid, 2006

De un tiempo a esta parte anda la historiografía a vueltas con la “memoria histórica”. De sobra sabemos que la memoria es un instrumento de desconocimiento y automitificación esencialmente individual, pero esto no invalida la aplicación convencional del híbrido —es difícil conciliar la historia con la memoria— como herramienta conceptual que nos permite acercarnos con cierta sensibilidad al conocimiento del pasado más reciente —aquel que alcanza la memoria y, por tanto, aún está vivo— y en algunas ocasiones también bastante olvidado, porque cae de cajón que cuando se reclama “memoria” es porque ha habido olvido.

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Espacios sonoros

martes, enero 31st, 2006

Blaga Dimitrova: Espacios
La Poesía, señor hidalgo, Barcelona, 2006

Para festejar el día 24 de mayo en la escuela hacíamos coronas de flores para adornar las imágenes de los dos hermanos Cirilo y Metodio que nos dieron el alfabeto y desfilábamos y cantábamos el himno “¡Adelante, pueblo renovado!” que los glorifica. Muchos intelectuales querrían que este día fuera la fiesta nacional más prestigiosa de Bulgaria, el Día de la escritura eslava, de los Santos hermanos patronos de Europa. Para esta fecha una poeta y traductora búlgara ha entretejido su corona de letras cirílicas y latinas, vertiendo al español una selección de poemas de la gran poeta búlgara Blaga Dimitrova (1922–2003). El poemario bilingüe Espacios ha sido publicado por la editorial barcelonesa La poesía, señor hidalgo, que reúne lo mejor de la poesía mundial. La selección ha sido hecha por la propia traductora, Zhivka Báltadzhieva, 130 poemas de la vasta obra poética de Blaga Dimitrova —más de 40 poemarios—. La antóloga ha optado por ofrecer a los lectores “una perspectiva en cierto grado emancipada de la historia y circunstancias en que ha sido creada la obra”, como explica al principio de su traducción. No obstante, los poemas llevan debajo las fechas de su creación o publicación (excepto no más de una media docena) y fácilmente se pueden situar cronológicamente. Pertenecen a los poemarios Tiempo inverso (Обраmно вреmе, 1966), Condenados a amar (Осъдени на любов, 1967), Instantes (Мигове, 1968), Como (Как, 1974), Gong (Гонг, 1976), Mar prohibido (Забранено море, 1976), Espacios (Пространства, 1980), Memoria, poesías escogidas (Памет, избрани сtихове, 1982), Voz (Глас, 1987), Laberinto (Лабиринт, 1987), Más allá del amor (Отвъд любовта, 1987), Al comienzo otra vez (И пак отначало, 1994), Grafías de alas (Крилописи, 1997), Hasta el borde (До ръба, 1999), Tiempos (Времена, 2000), entre otros. Al final del libro traducido aparecen algunos poemas tempranos —del año 1937, y hasta del 1953— con rimas, que pronto desaparecerán de sus poemarios, ya que su voz buscará el verso libre, tan libre como su pensamiento, fuera del coro poético. “Voz presente en las conciencias a lo largo de más de sesenta años; voz que todo lo cuestiona, ella se ha convertido para todo el mundo en Bulgaria en simplemente Blaga. No necesita apellidos. Forma parte de nuestro círculo íntimo, de nuestra vida interior.”, subraya Zhivka Báltadzhieva en su prólogo “El inmortal espíritu humano”. Poeta ella misma, ha enriquecido su prólogo con los frutos de largos años de investigación sobre la poesía de Blaga Dimitrova, así como con su experiencia como profesora de lengua y literatura búlgaras en la Universidad Complutense de Madrid. El interés de sus estudiantes por los versos de Blaga y sus intentos de traducirlos han sido algunos de los principales motivos de la aparición de esta antología, cuyo título, Espacios, ha sido tomado de un poemario de la gran poeta, publicado en 1980, un libro novedoso que en su tiempo provocó la relectura de sus libros anteriores. Ausentada de su país durante más de dos décadas, Báltadzhieva sigue oyendo la voz íntima e inquietante de Blaga, que repercute en la traducción con la resonancia de la palabra verdaderamente poética. Porque el potente río verbal del original no ha perdido fuerza alguna al desembocar en el mar de la lengua ajena. Con maestría y paciencia, la traductora ha elaborado los versos durante largos años como si estuvieran escritos por ella misma. Confiesa que esta antología es muy personal y que todos sus intentos de aplicar un criterio de selección más objetivo han resultado vanos.

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La verdad de la vida

martes, enero 31st, 2006

José Mateos: Reunión
Comares, Granada, 2006

Es la de José Mateos (Jerez de la Frontera, 1963) una poesía relativamente breve en su número de entregas y de composiciones; publicada, además, con una meditada serenidad que propende al aplazamiento, como quien no quiere decir nada más allá de lo estrictamente necesario y en el momento preciso. Más breve es aún su obra lírica si consideramos que sus cuatro libros aparecidos hasta la fecha (más un cuaderno
 de haikus de circulación muy reducida y cuatro poemas inéditos) se recogen ahora en esta Reunión, la cual pretende ser, después de una exigente “purga”, toda la poesía que el autor sigue considerando propia.

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Paisaje a la India

martes, enero 31st, 2006

Rudyard Kipling: El himno de McAndrew y otros poemas
Edición de José Manuel Benítez Ariza
Renacimiento, Sevilla, 2006

Desde 1993 viene José Manuel Benítez Ariza ocupándose en traducir al castellano la poesía de Rudyard Kipling, primero en la antología Poesía inglesa del siglo XX (Llibros del Pexe, 1993) y más tarde en el volumen Poemas (Renacimiento, 1996), reeditado y ampliado en 2002. Ahora, El himno de McAndrew y otros poemas viene a culminar ese esfuerzo, con la pretensión, según el traductor, de “superar el carácter ‘impresionista’ de las muestras anteriores y ofrecer una panorámica más clara y mejor documentada de la evolución de Kipling”. Además de añadir nuevos textos, Benítez Ariza ha reordenado el conjunto y agrupado los poemas según criterios cronológicos más estrictos. El resultado es un completo recorrido por todas las facetas de la poesía de Kipling, desde la paródica y costumbrista (“El diputado Pagget”, “Mi rival”…) a la deudora de las canciones tradicionales (“La balada de amor de Har Dyal”), pasando por la moralista, la circunstancial, la elegiaca o la dramática. Kipling fue muchos poetas en uno y jamás dejó de evolucionar, al compás de un mundo que también cambiaba, vertiginosamente.

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El doble de Auster

viernes, enero 27th, 2006

Paul Auster: Ciudad de cristal
Novela gráfica adaptada por Paul Karasik y David Mazzuccheli
Anagrama, Barcelona, 2005

“La primera escena del libro coincide con algo que me ocurrió en la época en que vivía solo. Una noche sonó el teléfono y la persona que llamaba me preguntó por la agencia de detectives Pinkerton. Por supuesto le dije que se había equivocado de número, pero la noche siguiente me llamó la misma persona e hizo la misma pregunta. Esta segunda vez, cuando colgué el teléfono me pregunté qué habría ocurrido si hubiera dicho que sí. Ese fue el origen del libro, luego yo continué a partir de ahí.” Así explica Paul Auster en una de las entrevistas publicadas en Experimentos con la verdad la génesis de Ciudad de cristal.

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En clave negra

jueves, enero 26th, 2006

Charlotte Carter: Negra melodía de blues
Traducción de María Corniero
Siruela, Madrid, 2006

Después de El Dulce veneno del jazz (cuyo título original es Rhode Island Red) irrumpe de nuevo en el panorama de narrativa policiaca la autora neoyorkina Charlotte Carter, creadora de su álter ego femenino, la soñadora, sexy y divertida Nannette Hayes, una saxofonista callejera, afroamericana, francófila y protagonista de las dos entregas en clave negra.

Si en la primera novela, las melodías de Thelonious Monk se intercalaban con los sueños, amores y sospechas de Nannette y un extraño asesinato ocurrido en la Primera Avenida que se repetiría en toda Nueva York hasta hacerla parecer un tablero de Guija, en Negra melodía de Blues, París rebosa de nocturnidad, de música callejera y bajos fondos, siempre bajo el halo mágico de la luz reflejada en el Sena.

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Cuando la historia 
es una novela

martes, enero 24th, 2006

Benjamín Prado: Mala gente que camina
Alfaguara, Madrid, 2006

No creo que haya que darle muchas vueltas a la cuestión para concluir que Mala gente que camina, la hasta ahora última novela publicada de Benjamín Prado, es, por muchas razones, una obra notable. Así lo sugiere su asunto de fondo —el robo de los hijos de presas republicanas por las autoridades franquistas en la inmediata posguerra para entregarlos a familias afectas al régimen—, pero no en menor medida la manera en que se aborda ese sombrío tema mediante las indagaciones casi detectivescas de un profesor de literatura de un instituto que, si en principio sólo busca investigar en torno a Carmen Laforet para pronunciar una conferencia en Estados Unidos, resultará favorecido por el azar, encarnado en la madre de un alumno, que le traerá la posibilidad de acercarse a la interesantísima figura —quizás sobre todo por ficticia— de Dolores Serma, militante de la Sección Femenina, colaboradora de Mercedes Sanz Bachiller en las labores del Auxilio Social, pero también, y sorprendentemente, autora de Óxido, una olvidada novela de alcance simbólico que parece denunciar las humillaciones sufridas por esos niños y madres derrotados no sólo en la contienda civil sino en la vida. Desde aquí, el intento de revelar las claves que ayuden a entender esta contradicción perfilará los trazos más generales de un relato cuyo desenlace se intuye, acaso, más de lo que debiera y es posible que demasiado pronto.

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Radiografía 
del miedo

lunes, enero 23rd, 2006

José Carlos Rosales: El desierto, la arena
Fundación J. M. Lara, 
Sevilla, 2006

En el ya bastante lejano 1988 hablaba Muñoz Molina de El buzo incorregible, de José Carlos Rosales, como “el primer fruto de una audacia que sin duda se prolongará en otros libros futuros, no sé si más hermosos pero sí, tal vez, más radicales y más sabios”. Esos libros futuros que ahora son pasado se llamaron El precio de los días (1991), La nieve blanca (1995) y El horizonte (2003), en el campo de la poesía, y Mínimas manías (1990) en el de la prosa.

Un futuro pasado y, como se ve por las fechas, pausado que conforma una obra singular que alcanza el presente con este El desierto, la arena. Quiere convencernos el autor de la rareza del libro llamando la atención sobre lo más exterior, lo que nos llega de inmediato, que es el título, un título que contiene una coma, uso bastante raro en la poesía española, y el mismo José Carlos Rosales nos recuerda el antecedente de Cernuda: Un río, un amor… Pero más allá de la anécdota, de esta manía tan mínima como una coma, lo verdaderamente raro es su condición de libro reflexivo, de una profundidad que no abunda en la poesía actual, y menos aún expuesta con una claridad expresiva que evita el discurso lento y largo y aburrido en el que tantas veces cae una poesía que quiere “pensar”.

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Convincente autenticidad

lunes, enero 23rd, 2006

W. N. P. Barbellion: El diario de un hombre decepcionado
Alba Editorial, Barcelona, 2006

Sin duda que, con ocasión de la atrocidad inédita que supuso la I Guerra Mundial, aparecerían en su momento en Inglaterra, como en los demás países en conflicto, testimonios autobiográficos en que los protagonistas contaban su experiencia increíble, en el frente o en la retaguardia.

Este del que quiero ocuparme aquí es, sin embargo, diferente a todos los demás. De entrada su protagonista, por razones de salud, no tuvo que ir al frente; y, aunque padeció —como casi todos— las privaciones que afectaron a la población civil, y su consiguiente angustia por él mismo y por sus seres cercanos, nada de todo eso ocupa en el texto un lugar particularmente relevante. Se alude a ello, desde luego, porque forma parte inevitable del paisaje vital al que en algún momento tuvo que enfrentarse el autor; pero ni es lo más decisivo en su relato, ni en ningún sentido lo caracteriza. Sentimos claramente, al leerlo, que lo que de veras es importante aquí podría haber ocurrido en cualquier otro tiempo, en cualquier otro sitio. Los accidentes externos, aunque sean del tamaño de lo que entonces (no para mucho tiempo, por desgracia) se llamó la Gran Guerra, pueden alguna vez ser su marco; nunca su sustancia.

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