Archivo de noviembre, 2006

Caleidoscopio indio

miércoles, noviembre 22nd, 2006

Anita Fair: Las nueve caras del corazón
Alfaguara, Madrid, 2006

Si con sus dos primeras novelas traducidas al español, Un hombre mejor y El vagón de las mujeres, Anita Nair (Shoranur, Ketala, 1966) señaló la llegada de una escritora sensible que podía ahondar con sutiliza y vigor en las personalidades de sus personajes llevando al lector a una atmósfera altamente sugerente. en su nueva entrega, Las nueve caras del corazón, la escritora india nos ofrece una novela ambiciosa y difícil en donde la autora despliega todos sus medios para estirar aún más los límites geográficos de la imaginación.

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Azares librescos en Friburgo

miércoles, noviembre 22nd, 2006

Julio José Ordovás

¿Qué escribo?

Estoy sentado a los pies de la catedral de Friburgo. Son las 18.20 h. de una muy agradable tarde de septiembre. Suenan las campanas de la catedral. Deben de tocar a misa, sí, porque cuando enmudecen, a los pocos minutos, empieza a sonar el órgano, señal de que ya ha comenzado la ceremonia. Qué fúnebre solemnidad la del órgano. Latín y cirios.

Mañana a estas horas estaré volando de vuelta a España. Volar, volver, volver volando, volar volviendo: el aburrido estribillo de siempre. No quisiera abandonar la ciudad alemana sin antes escribir algo sobre ella. Pero ¿qué escribo? ¿Que Friburgo viene a ser algo así como un Oviedo germano o como un San Sebastián sin mar? ¿Escribo sobre sus pequeños canales y sus enormes cuervos y sus numerosas joyerías y sus incontables bicicletas? ¿Escribo sobre la placidez en la que parecen transcurrir las vidas de sus habitantes? ¿Escribo sobre la Selva Negra, sobre el cerco majestuoso que la envuelve y aísla y protege? No, no es eso lo que quiero escribir sobre Friburgo. Entonces, ¿qué quiero escribir?

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Narrativa del desencuentro

martes, noviembre 21st, 2006

David Gilbert: Los normales
Traducción de Ángeles Leiva
Mondadori, Barcelona, 2006

“La tibieza del sentimiento nunca cambia”. Así comienza una de las mejores novelas norteamericanas de los últimos tiempos. Billy Shine, licenciado en Harvard con el dinero proveniente de un suculento préstamo, se descubre en Nueva York sin trabajo, con una deuda que ha de devolver y una formación cultural y humanista, sin la aplicación práctica para encontrar empleo en la selva de la Gran Manzana. Billy decide abandonar a su novia y durante las primeras páginas asistimos a un vibrante recorrido por la historia más inmediata del protagonista y por la agonía de la redacción de una carta de despedida, en la que el sentimiento de abandono no se puede ocultar con ninguna fórmula del lenguaje. Trata de que su deserción no suene a tal, pero no es capaz de llevar la tarea a cabo. Una tibia amargura anuncia la traición. Casi mantenido por su novia y acosado por las deudas, que no puede satisfacer, acepta la llamada de una empresa médica que solicita voluntarios “normales” para la inoculación de un nuevo fármaco, que ha sido probado en animales, pero que necesita contrastarse en seres humanos.

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Fragmentos de Nueva York

martes, noviembre 21st, 2006

Hilario Barrero

A las cuatro ya es noche total en este día con lluvia, con olor a leña quemada y a tierra mojada. Voy a la biblioteca de Brooklyn a devolver tres películas: The seventh seal, Shoot the piano player y Belle du jour. El tiempo no perdona. La única que se salva es la de Bergman. Luego me acerco a la sección de libros en español. Encontrar un libro concreto es a veces imposible. Los lectores cambian los libros intencionadamente o sin saber. La mayoría está más interesada en leer libros de sexo, de astrología, de consejos, de cocina que libros de literatura. Hoy, mirando distraídamente por los anaqueles, me fijo en un título que, evidentemente, sobresale del resto. Se llama Cómo enloquecer a su mujer en la cama, de una tal Susana Wright. Lo abro y veo que tiene la solapa marcando el apartado que habla de “Cunnilingus”. La autora describe con un lenguaje seudocientífico y erótico cómo lamer la vagina en la que aparecen jugos de diversos olores y sabores. La señora Wright aconseja que el hombre no deje de lamer los labios vaginales y morder suavemente el clítoris a la amada si realmente quiere que esta enloquezca. Me doy cuenta de que el libro está en el lugar equivocado, que algún jovencito ansioso de saber más de sexo o de calentarse con la prosa de la autora, lo ha pasado de la estantería donde están los libros de temas sexuales, y que es muy obvia, a esta más seria donde paradójicamente la obra de la mujer fogosa está flanqueada por La llama doble de Octavio Paz y El loco de Khalil Gibran y no muy lejos de Para mayores de cuarenta años, de Willa Cather.

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Serafín Fernández Ramón, el santeiro

lunes, noviembre 20th, 2006

Alfonso López Alfonso

Ya muerto, ya de pie, ya inmortal, ya fantasma,

se presentó al infierno que Dios le había marcado,

y a sus órdenes iban, rotas y desangradas,

las ánimas en pena de hombres y de caballos.

(Jorge Luis Borges)

Cosas de andar por casa

No recuerdo haber escuchado en la infancia demasiadas historias sobre guerrilleros, sobre “los del monte”, los “huidos”, “bandidos”, “rojos”, etcétera. Por Moncóu ­había pasado la guerra y se había llevado a los mozos que estaban en quintas y a los que ya no eran tan quintos. El abuelo hablaba de vez en cuando de las penurias pasadas con el ejército nacional por Extremadura, de los muertos, las trincheras, las balas y la sangre, pero nunca le oí hablar de los maquis o de la guerrilla antifranquista. Quizá por eso convertí en pariente cercano al primer guerrillero del que tuve noticia.

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Cómo nace un cuento o antiguo manual de iniciación al arte del buen contar

viernes, noviembre 17th, 2006

Mariano Arias

Hace siglos un monje benedictino descubrió un eficaz método para urdir ficciones y encandilar a los novicios y clérigos del monasterio. No le movía ningún interés mercantil, ni siquiera fraternal o de enriquecimiento espiritual personal. El monje, llamado fray Bartolomé, estaba encargado de las labores de consejero del abad y de formación en el solitario monasterio de Entrepeñas. Era hombre culto, joven en la Orden benedictina, bien considerado, riguroso en sus funciones y emprendedor en cuantas labores se le encomendaban. Disciplinado y estudioso, alegre y de espíritu jovial era además el mediador de la Orden con el exiguo mundo exterior que podían conocer los clérigos.

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El aviso de Wittgenstein

jueves, noviembre 16th, 2006

Bruno Mesa

La raíz de estas páginas nace con una saludable y herética censura, la que realiza Wittgenstein a Shakespeare. Al fondo de esa elevada censura se esconde una pregunta a la vez ingenua y agónica para el juicio de una obra literaria: ¿es suficiente el lenguaje para justificar una obra? ¿Un hermoso juego de palabras, una sentencia brillante, un uso espléndido del idioma bastan para salvar una página?

Wittgenstein, como antes hiciera Tolstoi con mayor violencia, no encuentra en Shakespeare ninguna personalidad ética, ningún atisbo de aquello que llamamos “vida real”. George Steiner analizó esa crítica y decretó, aunque nunca fue propenso a las condenas, que Wittgenstein se equivocaba. No comparto el pesimismo de Steiner. Creo que el lenguaje no es suficiente, que es necesario algo más, y que ese algo más nos lo han entregado otros autores, como Sófocles, Dante, John Donne, Cervantes o Pessoa. Ese algo más puede definirse como una actitud ética. Es lo que exigía Eliot, encontrar en todo autor algo en lo que creer o algo que discutir. Eliot nunca encontró eso en Shakespeare, porque lo admirable del autor de Macbeth es su lenguaje, la extraordinaria musculatura de su léxico, la espectacularidad de sus paradojas, el genio al servicio del juego de palabras.

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Las muertes de Danilo Kiš

miércoles, noviembre 15th, 2006

Vicente Duque

Sherezade, Ulises, las Sirenas

Probablemente sea la muerte la experiencia fundamental de la literatura, el más esencial de los accidentes del lenguaje. No debería comprenderse esta afirmación en un sentido ingenuo: no se escribe contra la propia finitud, con la pretensión de que la palabra sobreviva a nuestro acabamiento, sino buscando la desaparición en un fraccionamiento literario de las evidencias lingüísticas, en una entrega total a una palabra que no nos dice, sino que se deja decir para anularnos en el espacio mismo de su enunciación. La eficacia propia de esta enunciación literaria moderna es inversa a la eficacia de la narración legendaria de Sherezade o de cualquiera de aquellas narraciones orientales en las que un acusado trataba de aplazar una sentencia de muerte y de alejar la cita fatal que cerraría definitivamente su boca relatando historias hasta el alba. Ciertamente, el gesto de la narradora de Las mil y una noches trascendía el puro divertimento porque representaba en todo su patetismo el casi ilimitado esfuerzo para mantener a la muerte fuera del círculo de la existencia. Sin embargo, ese mismo gesto de salvación y trascendencia aparece metamorfoseado en la literatura moderna, dado que esta está ligada al sacrificio y a la desaparición a manos de las palabras que revelan su ser, que con el brillo de su aparición eclipsan a quien las dice. La obra, que tenía el deber de brindar la inmortalidad a su autor, recibe el derecho de matarlo.

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Miguel Mihura: en defensa de la imaginación

domingo, noviembre 12th, 2006

José Antonio Llera

Como era de esperar, la celebración del centenario del nacimiento del dramaturgo Miguel Mihura (Madrid, 1905) ha sido oscurecida por los fastos y la algarabía que ha concitado el aniversario cervantino. Aunque las instituciones y la prensa apenas se han acordado de él, estoy convencido de que lo contrario le hubiera disgustado. Una de las máximas aspiraciones de su vejez consistía en que lo dejaran en paz. Siempre fue un hedonista militante, y como le sobraba ternura para ser cínico prefirió convertirse en un escéptico de la utopía. En la sección de Gutiérrez titulada “¿Cómo quiere usted que sea su estatua?” había contestado lo siguiente: “¡Oh, por Dios! ¡Muy sencilla! Sencilla como la comida de un cabrero […]. Nada de filigranas escultóricas, ni complicaciones marmóreas. Las complicaciones para las tifoideas” (29 de diciembre de 1928). La escritura de Mihura huye de toda tentación de barroquismo o de pedantería. La humildad como rasgo temperamental y la falta de pose literaria con las que afrontó todas sus empresas se trasparentan en su estilo. Así, la prosa de Mis memorias (1948) constituye todo un modelo para escapar de las aguas pantanosas del narcisismo y de la ostentación autobiográfica. El gran número de novelas policiacas que nutría su biblioteca era también una forma de difuminar la imagen campanuda asociada al hombre de letras. Aunque en diciembre de 1976 fue elegido académico de la Lengua, murió antes de que llegara a redactar su discurso de recepción, del que apenas se conserva un borrador en su archivo de Fuenterrabía. Acaso, ante la embarazosa ceremonia de sacar brillo a su propio busto, decidió que lo mejor era hacer mutis por el foro.

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¡Oh, capitán, mi capitán!

miércoles, noviembre 8th, 2006

Agustín Díaz Yanes: Alatriste
Ocho y Medio, Madrid, 2006

Tan paradójico y lleno de contrastes como la España que retrata, el filme Alatriste, escrito y dirigido por Agustín Díaz Yanes, ha dejado un poso de extrañeza incluso en aquellos a los que, en definitiva, nos gusta y apreciamos su valiente propuesta.

Digo “valiente” porque, a la hora de adaptar las aventuras del bravo capitán creado por Arturo Pérez-Reverte, lo más fácil, según la costumbre, hubiese sido centrarse en el esqueleto argumental de una de las cinco novelas publicadas, enriqueciéndolo luego con algunos aspectos entresacados de los otros libros de la serie. Cuando, por citar un ejemplo reciente, Peter Weir realizó su película Master and Commander: Al otro lado del mundo (2003), basada en la saga naval de Patrick O’Brien, eligió como soporte estructural La costa más lejana del mundo (1984), la novela más narrativa de la colección en términos argumentales, la cual entrecruzó con Capitán de mar y guerra (1970) a fin de infundirle mayor cuerpo.

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