Archivo de noviembre, 2007

El retrato de Góngora

miércoles, noviembre 28th, 2007

Ana María Reviriego Rosado

Hay cosas que te atraen porque sí y te llevas media vida tras ellas.

Eso me pasaba a mí con esa pregunta ¿por qué Velázquez no pintó a Cervantes o siquiera a su trasnochado personaje?

Pensaba que un hombre tan inteligente no podía ignorar a otro tan inteligente como él, y anduve investigando, anduve tras la pista muchos años, el tufillo de que algo iba a caer se produjo varias veces, pero no. Ya se sabe, sigues una pista, luego otra, a punto está este cabo de llevarte a lo que tú buscabas, pero nada, vuelves a perderte.

Hasta que torcí por otro camino, que como muchas veces sucede, pensé que me enredaría, pero fue el que me llevó a la solución.

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LIEBRE POR GATO: Jaime Muñoz Vargas

martes, noviembre 27th, 2007

Jaime Muñoz Vargas (Gómez Palacio, Durango, México, 1964) es maestro, periodista, editor y narrador. Entre sus libros destacan las recopilaciones de cuentos El augurio de la lumbre (Premio Nacional de Narrativa Joven, 1989) y Ojos en la sombra (2007), así como las novelas El principio del terror (1998), Juegos de amor y malquerencia (Premio Jorge Ibargüengoitia, 2001) y Las manos del tahúr (Premio Nacional de Narrativa Gerardo Cornejo, 2005). Es autor de la columna «Ruta Norte» en el periódico La Opinión Milenio. Coordina el taller de narrativa en el Centro de Rehabilitación Social (Cereso) de Torreón, Coahuila, ciudad donde reside. Sus piezas breves aparecen recogidas en La otra mirada. Antología del microrrelato hispánico (Menoscuarto, Palencia, 2005), de David Lagmanovich.

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Inteligencia en carne viva

sábado, noviembre 24th, 2007

José Luis Piquero: Abrigo Azul y otros poemas

La voluntad de no engañarse, la voluntad de no engañar caracteriza a la poesía de José Luis Piquero. Una poesía que sabe usar el lenguaje de todos los días de otra manera y contemplar las cosas cotidianas de manera distina, iluminar el mundo con una luz no usada.

De las relaciones sentimentales y de las relaciones familiares hablan estos versos. Nada nuevo. ¿Por qué, sin embargo, nos suena todo como si lo oyéramos por primera vez? Porque el poeta, que es un analista de los sentimientos, un investigador de la vida, no se deja engañar por ninguno de los consoladores tópicos con que nos ayudamos a sobrevivir.

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Un libro luminoso con sombras

viernes, noviembre 23rd, 2007

José Carlos Llop: La avenida de la luz

Lumen, Barcelona, 2007

La avenida de la luz, tras el no muy lejano La dádiva, es el nuevo libro de poemas de José Carlos Llop. Y ya en su primera composición, «Diciembre», nos ofrece alguna de las claves, o mejor procedimientos, de su poética: esa rápida enumeración cuya eficacia reside en la connotación de la palabra desnuda y cuidadosamente elegida (técnica que empleó magistralmente Borges, y muy diferente, por ejemplo, a la enumeración caótica de Neruda); esa forma insistente «de pensar en imágenes»; el biografismo; la sentimentalidad que envuelve el poema como una atmósfera ligera; el ajuste de cuentas, benévolo más que cruel, a veces irónico, con que se mira, inventariando, hacia el pasado… «Gomila Square» llama la atención por una curiosa proyección, o juego de desdoblamiento, que tampoco, en el contexto del autor, es imprevisible: «No es cosa rara verse sin ser / el que ves. No es visión de poeta, / sino algo que está en la esencia del ser». Tiene que ver también el poema con la peculiar mitología privada (¿generacional?) de Llop: fascinación por un dandismo con el signo de lo anticuado; la imaginería que proviene del cine de género, en blanco y negro preferentemente; ambientes urbanos entre la sordidez y el hedonismo; el halo romántico de ciertos nombres exóticos (Saigón); el decadentismo («Dicen que cuando acaba una civilización / la gente se entrega a la orgía / como forma de olvido y disolución del yo»); la nostalgia que es, en el fondo, una invención del pasado; la confrontación elegíaca de dos tiempos distintos que son asimismo dos rostros y dos ciudades distintas; la fe, a pesar de todo, en la palabra, en una función, no sé si absurda o mágica, de la poesía. «Entre Oriente y Occidente» rinde tributo a esa moda (o quizás algo más, dada su persistencia) del cultivo del haiku en la poesía española. De las cuatro composiciones una de ellas está escrita en catalán y solo la última, «Lunas», conjuga armónicamente dos aspectos del haiku tradicional: lo cíclico y lo sentimental que, en este caso, guarda una estrecha correlación simbólica con lo primero. Lunas, en fin, a cuyo doble influjo se someten tanto la naturaleza como los sentimientos: hielo a punto de romper en llanto. Un poema como «Aniversario» se inicia, a modo de monólogo interior (no dramático) con la primera persona del singular para pasar inmediatamente a la segunda persona. Me parece más un descuido que atañe a la coherencia textual que un recurso orientado hacia un efecto distanciador, a la expresión de ese extrañamiento con que se manejan las nociones de tiempo, especialmente pasado y futuro. Llamativas son asimismo algunas amplificaciones o redundancias relacionadas con metáforas a las que el uso, el tópico, ha lexicalizado: «Y el presente es agua entre las manos: / se escapa demasiado rápido». «El paseo de Fragonard» sí utiliza esa técnica, tan recurrente en la poesía moderna (Eliot, Cernuda) del correlato objetivo. Nada que ver en cualquier caso con aquella pedantería irritante (culturalismo, decían) a la que nos acostumbraron algunos Novísimos. El poema (casi no importa el nombre del personaje que le presta voz) tiene la frescura de aquello que se relaciona con la vida, con algunas imágenes vivas del pasado, y también, por añadidura, con la humedad telúrica y la omnipresencia ¿simbólica? del agua. Por otra parte, si es convencional el marco que sirve al tema (el locus amoenus, el idilio que sí conecta con la pintura de Fragonard), no lo es tanto esa perspectiva que podríamos llamar erotismo de la memoria, o erotismo de viejo: «Supe de su trémula densidad, / de la fruta ofrecida, de lo oculto / desvelado. Y temblé / cuando ella comenzó a orinar».

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El filántropo cabreado

jueves, noviembre 22nd, 2007

Julio José Ordovás: Papel usado

Eclipsados, Zaragoza, 2007

Desde hace años los lectores de Clarín, Turia, el Heraldo de Aragón o el suplemento literario de ABC sabíamos que Julio José Ordovás es un extraordinario lector, un estupendo crítico y un muy buen escritor de reseñas. Faltaba su libro, y en 2004 nos llegó Días sin día (Xordica), un diario que confirmaba que ha nacido para leer y escribir. Un año después apareció Frente al cierzo (Institución Fernando el Católico / Ibercaja), un curioso libro de paseos por «once ciudades aragonesas» (según avisaba el subtítulo), y, mientras seguimos esperando esas novelas con las que tanto pelea, aparece ahora su tercer libro, una reunión de sus artículos en el Heraldo, bien editados por la prometedora y entregada editorial zaragozana Eclipsados.

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Marcas en la piel

jueves, noviembre 22nd, 2007

Juan Manuel Muñoz Aguirre: Hacia el viaje (Premio Internacional Margarita Hierro)

Colección Alegría, I,Madrid, 2006

Juan Manuel Muñoz Aguirre (Madrid, 1959) es prácticamente un desconocido en el actual panorama de la poesía española a pesar de haber publicado tres magníficos libros, Omnia (1986); Adiós, dijo el duende (1991); y tras un paréntesis quizá demasiado largo para lo que nos tienen acostumbrado los hábitos editoriales de los poetas españoles de hoy, un paréntesis de tres lustros, ha dado a la luz Hacia el viaje (2006), un poemario que señalamos desde ya como uno de los mejores de las últimas dos décadas en España. Esta situación de desconocimiento del autor y de su obra a pesar de su enorme valía tendría que ser explicada por fuera de nuestro sistema literario, tanto por fuera del importante —y necesario— mercado-distribución de las grandes editoriales españolas, como por el escaso interés del autor en promocionarse, fomentarse, adscribirse a una escuela, enaltecer una tendencia o de vilipendiarla. Una escasez de relaciones sociales en el mundo de los poetas que, si bien no ha sido rentabilizada desde el punto de vista de la potenciación editorial o comercial de la propia obra, sí desde el punto de vista creativo e independencia de una personal trayectoria. Pero podría decirse que al fin y al cabo, Adiós dijo el duende, ganador del VI Premio de Poesía Hiperión en 1991, obtuvo un canal adecuado para la difusión que se merecía el libro. También es cierto que tras aquel premio—recordemos: tan anhelado entonces— nuestro autor ha desaparecido de la escena poética española hasta hoy. Ni lecturas, reseñas, publicaciones en revistas, ni actos públicos. Nada. No es el caso de otros autores que por la razón coyuntural de haber brillado en un momento determinado, se imbuyen en la lógica literaria de algún lugar y navegan en ella, con mejores o peores resultados, pero se hacen su hueco. No es el caso de Juan Manuel Muñoz Aguirre, que desapareció por completo. Aun así, y tras esta reaparición después de quince años, no deja de sorprender la negligencia distribuidora del Centro de Poesía José Hierro de Getafe, descuidando hasta lo inverosímil la promoción de su propio premio de poesía, su primer libro. Con decir que ni siquiera se encuentra registrado en el ISBN…

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Jardines y canciones

miércoles, noviembre 21st, 2007

Luis Bagué Quílez: Un jardín olvidado

Hiperión, Madrid, 2007

Luis Bagué Quílez (Palafrugell, Gerona, 1978) se daba a conocer en 2002 con Telón de sombras, libro que obtuvo el prestigioso premio Ojo Crítico de Radio Nacional de España. Tras él, vendría El rencor de la luz (2006), y el volumen que ahora nos ocupa. También ha publicado los ensayos La poesía de Víctor Botas (2004) y Poesía en pie de paz. Modos del compromiso hacia el tercer milenio (2006). Asimismo, ha preparado ediciones de la obra de Ricardo Molinari, Julio Herrera y Reissing y Humberto Díaz-Casanueva. Codirige la revista Ex Libris y ha colaborado en el volumen Babilonia, Mon amour (2005), con Joaquín Juan Peñalva.

El título de este libro nos remite a los jardines que hallaremos en medio de sus páginas, como también han hecho, entre sus contemporáneos, Pelayo Fueyo o Javier Rodríguez Marcos. En otros casos, como en los poemas de amor, nos recuerda al Luis García Montero de Diario cómplice o Las flores del frío, como en el excelente «Murallas en la noche», que termina diciendo: «Ven a buscarme al filo de la noche. / Aunque ya nada pueda prometerte / sino el extraño don de una caricia». Aunque esta influencia—o confluencia— no siempre es positiva (en «Escala en Madrid» nos habla de «los viajeros más tristes de la tierra», lo que nos trae a la mente «las sábanas más tristes de la tierra» del poeta granadino). También encontramos cierta proximidad a Jaime Gil de Biedma («el ritmo sucesivo de las generaciones») o a Felipe Benítez Reyes («He pasado la noche con galaxias de mitos»).

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Las nostalgias de eros

martes, noviembre 20th, 2007

Aurora Luque: Carpe amorem

Selección y prólogode Ricardo Virtanen. Renacimiento, Sevilla, 2007

Dijo François Cheng en su ensayo Cinco meditaciones sobre la belleza que «cada experiencia de belleza recuerda un paraíso perdido y llama un paraíso prometido» y de esa llamada nace la poesía amorosa de Aurora Luque (Almería, 1962), acertadamente recogida y prologada por Ricardo Virtanen en el libro Carpe amorem, publicado por la editorial Renacimiento.

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Despojamiento

domingo, noviembre 18th, 2007

El arte de la pobreza. Diez poetas portugueses contemporáneos. Edición y traducción de José Ángel Cilleruelo

Maremoto, Málaga, 2007

Cualquier criterio es lícito en el desbroce poético, siempre y cuando se explicite convenientemente y no se traicione ni falsee. En demasiadas ocasiones las ansias visionarias transforman las antologías en catres de Procusto, dejando fuera lo que no interesa por razones espurias o forzando entradas injustificadas.

En el caso que nos ocupa, desde el principio se nos avisa de que no estamos ante una panorámica, razón por la que se han dejado fuera significativos autores que no responden a la divisa motriz: «Transmitir algunos rasgos singulares y acaso novedosos». Esa pretendida originalidad ha querido encontrarla Cilleruelo en una especie de revivido arte povera a la portuguesa, justificado en la reacción que la nueva promoción de finales del noventa mostró «en contra de […] la “pobreza” expresiva (escasez metafórica, sintaxis diáfana y falta de arrobo en los asuntos)». Con todo, aclara que no se trata solo de una cuestión expresiva, sino sobre todo de «una condición y esencia de la experiencia estética del poeta contemporáneo». Para ello divide los diez autores escogidos en tres generaciones: los representantes de la poesía de finales de los sesenta y los setenta, caracterizados por el culturalismo y las referencias filosóficas; los de los ochenta, representantes del desarraigo generacional, y los de los noventa, quienes indagan en sus mundos personales y enjuician la existencia desde un presente radical, dejando como elemento de transición a los poetas de los noventa a Daniel Faria, por su mayor abstracción e introspección lingüística.

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El principio de la fe

sábado, noviembre 17th, 2007

Enrique Vila-Matas: Exploradores del abismo

Anagrama, Barcelona, 2007

Este verano, en el cementerio de Montparnasse, delante de la tumba de Marguerite Duras (a la que Vila-Matas «conocería sin conocerla» —como señala en Indochina Song, el espléndido retrato que de ella hizo tras su muerte—, en los tiempos de juventud, cuando la autora de Un dique contra el Pacífico le alquiló una buhardilla de su casa de la rue Saint-Benoit), recordé aquellas palabras que la escritora había dejado escritas en Escribir, su penúltima y dolorosamente lúcida obra: «La escritura: la escritura llega como el viento, está desnuda, es la tinta, es lo escrito, y pasa como nada pasa en la vida, nada, excepto eso, la vida».

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