Archivo de enero, 2009

Arkady Babchenko. Las montañas del Cáucaso

miércoles, enero 21st, 2009

Lino González Veiguela

Las situaciones difíciles intensifican los vínculos que nos unen a los demás hasta extremos que no creíamos posibles. Las situaciones difíciles también nos obligan a replantearnos dónde están nuestros límites, tanto en lo que se refiere a nuestras debilidades como a nuestras fortalezas. Esto se explicaría, en parte, porque las situaciones que nos ponen a prueba exigen de nosotros que nos olvidemos de muchos de nuestros comportamientos y modos de razonar habituales, de pronto superfluos, para concentrarnos en lo verdaderamente importante. En la guerra, según Arkady Babchenko (Moscú, 1976), lo verdaderamente importante es cómo conseguimos posicionarnos frente a cuestiones que en la vida civil, estando presentes, sólo se dan en niveles de intensidad tan bajos que podemos llegar a no apreciar siquiera su importancia: miedo, deber, valor, honor, camaradería, disposición al sacrifico…Esto por lo que respecta al haber de la guerra; en el debe, estaría todo lo demás: la sinrazón, las muertes absurdas, el caos, la barbarie…

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Encontrados. por el tiempo perdido

miércoles, enero 21st, 2009

José Ángel Cilleruelo y Vicente Luis Mora

1. Encontrados (dos en contra del tiempo)

Nuestra idea del tiempo como línea infinita fue inventada para tener la ilusión de que siempre avanzamos.

(Rafael Cadenas)

¿Pueden dos ser uno? Sí, desde que uno es, por lo menos dos. Lo dijo Pessoa, y antes que él San Agustín. La dualidad es una forma rigurosa de identidad: incluye los errores y los excesos, que son al cabo lo que nos constituye. Así que, como uno que soy, hablaré hoy del tiempo que nos rodea, que es tan enorme como inútil, tan agobiante por su densidad como inoperativo por la cantidad de condicionantes que existen para poder volverlo usable y táctil. A nuestro alrededor no hay sino un excesivo consumo de tiempo, exigido por la vida metropolitana (incluyo el uso de telecomunicaciones, que produce un gasto en tiempo desorbitado —mi abuela decía: vale más tienda cara que alacena barata—) y la historia es así, más o menos: antes, cuando costaba mucho comunicarse, apenas gastaba uno tiempo escribiendo cartas o haciendo costosas llamadas telefónicas; ahora, por el contrario, la facilidad hace que todo el día andemos colgados del correo electrónico, de los chats, de los blogs, y de nuestras páginas en Facebook o en Twitter; eso si tenemos suerte y carecemos de Intranet en el trabajo. Necesitamos tanto tiempo para comunicarnos que ya ni siquiera vemos la tele; recientes estudios dicen que en España lo más consumido en el tiempo de ocio ya es Internet, frente a la televisión (aunque yo sostengo que lo consumido somos nosotros, no hay más que vernos). Y ese consumo brutal de tiempo afecta a nuestro trabajo y a nuestra familia, de modo que si quieres preservar esos dos espacios, no queda más remedio que romper con algo… y todos hemos acabado rompiendo con los amigos y la bohemia, lo más frágil en cuanto a exigencias de tiempo. Alguien que apenas usa Internet, Javier Marías, lo puso bien claro negro sobre blanco: «Según una consultora norteamericana, los trabajadores de su país son interrumpidos una media de once veces por hora —aquí se incluyen las llamadas telefónicas y las distracciones de los compañeros, pero la mayoría se deben al dichoso e-mail—, lo cual significa ochenta y ocho veces por jornada y una cada menos de seis minutos, algo pésimo para la eficacia y la concentración. Este descentramiento perpetuo, está comprobado, hace que el trabajador cometa muchos más errores, lo cual multiplica a su vez el número de comunicaciones para rectificar y deshacer entuertos. Sin apenas exagerar, se puede decir que nadie hace ya su trabajo o que el tiempo se nos va en «prepararnos» para hacerlo y en quitarnos de en medio obstáculos para su realización».

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El iberismo

miércoles, enero 21st, 2009

Antonio Sáez Delgado
Espíritus contemporáneos
Renacimiento, Sevilla, 2008

Antonio Sáez Delgado ha dedicado numerosos trabajos a dilucidar las relaciones entre los escritores de las primeras décadas del siglo xx en Portugal y España. Tras la publicación de Órficos y Ultraístas, el escritor extremeño continuó estudiando la relación entre los escritores españoles y portugueses durante las primeras décadas del siglo xx. El resultado ha sido este Espíritus contemporáneos, un conjunto de doce textos con los que se propone iluminar aspectos que aún no habían recibido la atención debida.

El autor está convencido de que la literatura ibérica de este periodo forma un continuum, sin rupturas demasiado radicales. Partiendo de esta convicción, propone una «revisión neutra» del periodo con el fin de entender la riqueza y pluralidad de sus manifestaciones. Se trata de un criterio comprensivo, abierto tanto a las manifestaciones que afirman la «tradición de la vanguardia», como a las que se oponen a ella, incluso cuando coinciden dentro de la trayectoria literaria del mismo autor. De este modo, el espiritualismo de Fernando Maristany o el saudosismo de Teixeira de Pascoaes no quedan anulados tras la aparición de los poetas de Ultra o de Orpheu; y así se restituyen, en lo que valen, el intimismo supranacional de Andrés González Blanco o la sobriedad cosmopolita de Godofredo Ortega Muñoz.

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Los pequeños placeres

miércoles, enero 21st, 2009

Silvia Ugidos
Sentar cabeza
Trabe, Oviedo, 2008

Hay prosas que están hechas Hay prosas que están hechas para curar y la de Silvia Ugidos es una de ellas. Se parece a una gasa de seda, ayuda a desinfectar el alma de la melancolía que va dejando el vivir fatigado descubriéndonos de nuevo el mundo, los paisajes: Venecia en el vagabundear de una gata, el universo entero en el baso de agua que alguien se toma en una terraza en el Lido, los transeúntes, vecinos y demás ralea de una plaza alicantina, la vida como naufragio para poder alcanzar Capri y un Nápoles visto con la ironía justa, esa que no anda muy lejos del cariño; una estatua descabezada más sabia que un oráculo. Todas esas cosas y un completo bestiario —gatos, palomas, gorriones, perros callejeros, callejeros sin perro y algún humano de vez en cuando— pasan alegres o líricas por las páginas de Sentar cabeza, la obra de quien nunca la sentará porque hacerlo significaría, no les quepa ninguna duda, dejar escapar por el desagüe el líquido amniótico que mantiene viva la imaginación.

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El contador de historias

miércoles, enero 21st, 2009

Mario Vargas Llosa
El viaje a la ficción. 
El mundo de Juan 
Carlos Onetti
Alfaguara, Madrid, 2008

En nuestras letras, y en comparación con los países de nuestro entorno cultural, se ha tomado poco en cuenta la critique d’ècrivain, pese a que disponemos de una sólida tradición desde finales del xix y principios del xx. El ensayismo o la crítica literaria de Clarín, Unamuno, Azorín, Baroja, Antonio Machado, Juan Ramón, Cernuda, Bergamín, Guillén, Salinas, etcétera, siempre me ha parecido muy sugestiva —además de oxigenante y hasta purgativa para con determinados excesos— y aleccionadora porque nos ayuda a leer la literatura guiados por una interpretación que, a la agudeza crítica, le suma una envidiable elegancia y precisión expresiva. Además, el ensayo literario firmado por grandes escritores, aparte de proponernos nuevas y fecundas aproximaciones a la obra de un autor, suelen contener reflexiones estéticas de indudable interés. Mario Vargas Llosa pertenece a esta especial estirpe de escritores que transitan por esa otra cara de la literatura pues, desde el principio de su trayectoria, ha ido simultaneando la creación narrativa con la reflexión crítica, con varios libros dedicados al estudio de autores u obras tan distintos como Joanot Martorell y su Tirant lo Blanc, Gabriel García Márquez, Flaubert y Madame Bovary, el proceso de creación de su propia novela La casa verde en la deliciosa Historia secreta de una novela, sin olvidar ese iluminador ensayo teórico que contienen las Cartas a un joven novelista, ni los más recientes La verdad de las mentiras y La tentación de lo imposible.

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La llave de todos 
los días

miércoles, enero 21st, 2009

Antonio Cabrera
El minuto y el año
Ediciones La Palma, 
Madrid, 2008

Pocos libros me han emocionado tanto como este último libro publicado por Antonio Cabrera, escritor nacido en Medina Sidonia (Cádiz) en 1958, pero ubicado hace años en un pueblo de Castellón, La Vall d’Uixó. Antonio Cabrera se dio a conocer como poeta con En la estación perpetua, publicado en el año 2000 por la editorial madrileña Visor tras ganar el Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe. Ese mismo año ganaría también el Premio Nacional de la Crítica. Un año más tarde apareció en las librerías su segundo libro de poemas, de tema ornitológico, titulado Tierra en el cielo y publicado por la editorial valenciana Pre-Textos. En 2004 publicó en la editorial Visor Con el aire, libro que obtuvo el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla y el Premio de la Crítica Valenciana. Además de dedicarse a la poesía, Antonio Cabrera ha ido colaborando en varios periódicos (ABC, El País, Levante-EMV) y ha traducido a Gianni Vattimo (Poesía y ontología, Universidad de Valencia, 1993) y a Josep María de Segarra (Los pájaros amigos, Pre-Textos, 2003).

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Alejandro Duque Amusco: 
el tránsito de la luz

miércoles, enero 21st, 2009

Alejandro Duque Amusco
A la ilusión final
Renacimiento, Sevilla, 2008

Una década tardó Alejandro Duque Amusco en publicar poemas después de Donde rompe la noche, de 1994, con el que ganó el premio Loewe en su vii edición. Hizo su reaparición con dos plaquettes: Briznas, que recogía, precisamente, un conjunto de haikus desgajados «accidentalmente» del libro premiado, y En el olvido del mundo, breve muestra donde se adelantaban tres de los poemas del presente libro.

Tampoco A la ilusión final ha venido solo, pues lo acompaña una antología, la primera, que, bajo el título de Lírica solar, supone una buena ocasión para repasar los poemas que el autor considera significativos dentro de su obra y comprobar que el nuevo libro es una gozosa continuación de un mundo y de una forma de expresarlo que se revelaron muy personales desde sus libros más tempranos.

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Lo oculto y lo visible

miércoles, enero 21st, 2009

Josep M. Rodríguez
Raíz
Visor, Madrid, 2008

«No es poeta aquel que no ha sentido la tentación de destruir o crear otro lenguaje», escribió Octavio Paz. Esta tentación se ha convertido, en la poesía española última, en un claro proyecto ambicioso y necesario, y para bien o para mal, el lenguaje de la poesía está cambiando, lo cual trae también consigo que determinados discursos literarios se vayan volviendo obsoletos, además de un cierto desconcierto crítico y lector. Pero sobre todo nos brinda una belleza nueva, otra intensidad. Una de la voces que viene protagonizando ese proyecto es la de Josep M. Rodríguez (Súria, Barcelona, 1976); su obra, sobre todo desde Frío (Pre-Textos, 2002) y La caja negra (Pre-Textos, 2004), encabeza una nueva manera de afrontar con acierto dilemas estéticos como la conciencia de lo real, las identidades del yo o la expresión de las emociones y los afectos. Con su nuevo poemario, Raíz (Visor, 2008), ganador del VII Premio Emilio Alarcos, Rodríguez desarrolla y termina de delimitar un rico territorio y un paisaje de enorme singularidad.

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Las aguas del silencio

miércoles, enero 21st, 2009

Julia Barella
Aguas profundas
Huerga & Fierro, Madrid, 2008

Dos son los recuerdos más inmediatos del mar: su olor, que nos persigue desde la distancia, y su sonido. El sonido del mar que siempre va más allá de la simple evocación poética. Pero, ¿qué ocurre cuando ese sonido se vuelve un silencio elocuente, un lenguaje que no miente y es espejo de nuestra propia lucidez? Cuando eso ocurre encontramos este último libro de Julia Barella: Aguas profundas, editado recientemente por la editorial madrileña Huerga & Fierro.

Es un poemario que se inicia con un viaje, un viaje hacia lo que acaba de perderse, un viaje que se guía por las huellas de un éxodo, una marcha por el desierto que podría tener reminiscencias bíblicas, pero que la autora reinterpreta. Comienza este libro diciendo: «Elijo el desierto para que nada me distraiga, / en él ha dejado su huella el mar / y un ancla con inscripciones». La voz poética, delicada y sincera, se sitúa en un paisaje que no es antesala de algo nombrado que se espere, sino que es fiel testigo de algo extinto, como esa ruina que resiste al paso del tiempo no para ser contemplada, sino para recordarnos que solo ella sobrevive, no nosotros. Las ruinas a las que se refería alguna vez André Malraux en su museo imaginario no son este paisaje. Este libro se inicia en la muerte de lo que ya no está. Una doble extinción donde la voz poética inicia su íntima peregrinatio. Del desierto presente parte hacia un mar antiguo que es la memoria y la soledad; imagen acertada, ya que la propia inmensidad del mar es la figura que mejor podría definir nuestra propia condición solitaria.

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Una hoguera

miércoles, enero 21st, 2009

Francisco Alba
El contrario
Pre-Textos, Valencia, 2008

Trece años ha tardado Francisco Alba en publicar su segundo libro de poesía, después de llegar a unos pocos lectores con el primero, Teoría de la culpa (1995), libro que contenía algunos excelentes monólogos dramáticos, donde se daba voz a Kepler, Pascal o Giordano Bruno.

La actitud de Alba en este segundo poemario es la del incorregible nihilista, la de un hombre que no atisba una sola luz entre la oscuridad. Sus maneras en el poema van de lo socarrón a lo desolado, de la parodia al estremecimiento, con efectividad desigual. Su paisaje es siempre un paisaje en ruinas; la fuente de sus poemas son las infinitas lecturas, las agrias lecciones de la historia; los seres humanos somos en este libro poco más que unos simios confusos y sanguinarios.

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