Autor: admin 23 septiembre 2009

Quentin Tarantino
Malditos bastardos
Random House Mondadori, Barcelona, 2009

El novelista David L. Robbins, autor de la War of the Rats que dio lugar al filme Enemigo a las puertas, escribe en su prólogo al guión de Malditos bastardos que, aun tratándose de un largometraje acerca de la II Guerra Mundial, el cómputo de muertes es curiosamente menor que en otras obras previas de Quentin Tarantino. Porque, continúa Robbins, «aunque no escasean las escenas de caos y de carnicería, parece que el marco de violencia histórica real ha constreñido la tendencia natural del director a emplearla con generosidad».

En efecto, Malditos bastardos cuenta con restallantes latigazos de desquiciada violencia y sanguinolenta devastación, si bien no son precisamente su principal moneda de cambio narrativa para ganarse la atención del espectador. Nada más lejos de la realidad. En esta película, como buena pieza tarantiniana que es, se habla mucho y bien, a dos o más bandas, en conversaciones cocidas a fuego lento. Conforme los diálogos se desarrollan, las palabras adquieren valores añadidos, desencadenado giros narrativos o dotando de varios niveles de sentido a las situaciones.

Autor: admin 25 septiembre 2008

Ana Rodríguez Fischer y Eric Lax: Conversaciones con Woody Allen

Lumen, Barcelona, 2008

Quizá sea este voluminoso libro, que al lector español le viene de perlas por coincidir su publicación en castellano con el estreno ibérico de Vicky Cristina Barcelona, toda una rareza que precisa de un juicio de valor exento de precipitación, el que más cerca esté de ofrecer todo lo que el cinéfilo siempre quiso saber sobre Woody Allen y nunca pudo preguntarle.

Autor: admin 25 septiembre 2008

Julio José Ordovás

A ciertas horas, el Coso zaragozano parece la Quinta Avenida. Hilario J. Rodríguez —gorra de los Yankees, camisa ceñida, americana y mochila escolar a la espalda— también parece un escritor neoyorquino. Caminamos hasta el Levante, un café tan europeo como castizo. Hilario ha recalado en Zaragoza por un plazo indefinido, y la ciudad le gusta sobre todo en lo que tiene de puzle de ciudades. Me cuenta que el otro día fue al cine a ver Wanted. «Una mierda. Pero es que yo no me pierdo ninguna peli en la que salga Angelina Jolie».

Autor: admin 24 septiembre 2007

Isabel Coixet: La vida es un guión
Quinteto, Barcelona, 2007

De la misma manera que todo buen filme alberga un discurso sobre el propio cine, el buen cine reflexiona acerca de sí mismo sin orillar el reflejo de la condición humana. Unos principios de los que participa, desde su mismo título, La vida es un guión, libro concentrado y en envase pequeño, como un perfume, en este caso hecho de unas esencias básicas llamadas sensaciones, ideas, cine, libros, arte, vida. Y como sucede con los buenos perfumes, el aroma de sus páginas perdura en nosotros tras su lectura.

Uno de los atractivos de esta colectánea de textos breves, la mayoría de ellos publicados originariamente en el medio periodístico, que pudimos leer ya en 2004 tanto en catalán (La vida es un guió, Ara Llibres) como en castellano (El Aleph Editores), radica en el retrato robot emocional e ideológico que traza de la autora, la cineasta Isabel Coixet, haciéndonos partícipes de su personal visión del mundo y sus obsesiones íntimas.

Autor: admin 28 mayo 2007

Francisco Javier González-Fierro Santos: Las 100 mejores películas sobre boxeo
Cacitel, Madrid, 2006

Si tuviésemos que hablar del deporte que más y mejor ha sido llevado a la gran pantalla, no quedaría más remedio que referirse al boxeo. Aunque sean muchos sus detractores, a pesar de ser legión quienes no lo consideran un deporte, es el boxeo una disciplina que ha atraído a los cineastas y guionistas de todo el mundo en tal cantidad que, según se afirma en este libro, bien podría conformar un género cinematográfico en sí mismo.

Mientras otros deportes sólo nos conducen a la aburrida dinámica de superación que tanto gusta en Estados Unidos, el boxeo nos sumerge en un universo donde abunda todo tipo de personajes y prototipos que van más allá de los mundillos específicos de cada especialidad deportiva. Todo un crisol social que nos lleva desde las altas esferas al lumpen más cutre, de las heroicas peripecias a las más bajas pasiones, de la miseria a la gloria, del placer al dolor. Las conexiones temáticas con el mundo gangsteril tampoco deben desdeñarse, pues de ese mundo de corrupción, apuestas fraudulentas, combates amañados, 
miseria, sonados supervivientes en busca de su última oportunidad, se han nutrido obras maestras en casi todas las décadas de existencia del séptimo arte. Pero no sólo han sido los temas sino la técnica cinematográfica la que ha podido experimentar y evolucionar a través del uso de cámaras más ligeras o la planificación subjetiva, por poner sólo un par de ejemplos notables.

Autor: admin 25 marzo 2007

Lawrence Grobel: Conversaciones con Al Pacino
Belacqva, Barcelona, 2007

De su primer encuentro con Al Pacino, toda una estrella ya en 1979 cuando el polémico rodaje de A la caza (William Friedkin, 1980), Lawrence Grobel, el conocido entrevistador de Marlon Brando y Truman Capote, recuerda que el piso del actor en Manhattan tenía una pequeña cocina con aparatos desgastados, un retrete cuyo váter no dejaba de soltar agua, una habitación dominada por una cama deshecha, y un salón amueblado como el escenario de una producción de 3.ª categoría sobre un vagabundo urbano. Eso sí, por todo ese salón había obras de William Shakespeare en ediciones baratas de esquinas dobladas. Y es que Shakespeare y el teatro son aspectos fundamentales en la vida del actor neoyorkino, quien nunca ha dejado de sentir que sus raíces están en el teatro, adonde regresa siempre que la presión de ser una estrella de cine se le hace demasiado grande.

Autor: admin 15 marzo 2007

Peter Bogdanovich: Las estrellas de Hollywood por Peter Bogdanovich: retratos y conversaciones
T&B, Madrid, 2006

Cuando Peter Bogdanovich era un adolescente soñaba con ser actor y un día, en torno al Año Nuevo de 1954 en Nueva York, mientras caminaba por la calle 55 se encontró a Marlon Brandon vestido con la indumentaria que utilizaba para la película en la que trabajaba en ese momento. Llevaba puesto el atuendo con el que todos, desde La ley del silencio, identificamos a los estibadores neoyorkinos: chaqueta de leñador a cuadros, pantalones de trabajo y botas de motorista. Aquel día Bogdanovich tuvo la oportunidad de pedirle un autógrafo a uno de sus actores favoritos, y no la desperdició. Caminaron un rato juntos hasta llegar a un semáforo en el que Brandon se despidió jovialmente del chaval para cruzar la calle. Mientras se alejaba, el joven Bogdanovich vio que la ya por entonces estrella pisaba una mierda de perro y estuvo a punto de gritarle para prevenirlo, pero no lo hizo, quizá porque pensó que después de todo, aquello daba buena suerte. Posiblemente suerte es la palabra clave en la vida de Bogdanovich. Con el tiempo, aquel joven estudioso del teatro y el cine, aspirante a actor y discípulo de Stella Adler, llegó a dirigir películas, formando parte muy activa de la generación que renovó el cine de Hollywood en los años setenta —los Scorsese, Coppola, Spielberg, Hal Ashby, Lucas, etcétera— y buena prueba de ello son sus primeros trabajos: El héroe anda suelto, La última película o ¿Qué me pasa, doctor?

Autor: admin 3 marzo 2007

Carmen Morán Rodríguez

When the moon is in the seventh houseAnd Jupiter aligns with MarsThen peace will guide the planetsAnd love will steer the stars.This is the dawning of the Age of Aquarius.

(James Rado y Gerome Ragni, “Aquarius”)

Desde el año 1996 está inmortalizada en una estatua de bronce, obra de Luis Santiago, en las inmediaciones de la plaza de Poniente de su ciudad natal, Valladolid.1 Quienes conocieron a Rosa Chacel en vida y quienes lo hemos hecho únicamente a través de imágenes y de su obra, convenimos, creo, en que la estatua es hermosa, y que guarda una notable semejanza con el original, excepto (inevitablemente) por la actitud. Al verla apaciblemente sentada en un banco, más de un viandante la siente cercana y amistosa, benévola, y se le sienta al lado; los niños se suben a veces en sus rodillas. Y ella, de bronce, no puede responder con una mirada letal ni con uno de sus aún más letales diminutivos. Algunos domingos por la mañana amanece con un vaso en el que se adivinan restos de un cubata o un gin-tonic. Esto, aunque parezca irreverente, le cuadra a su regazo mucho más que los nietos espontáneos. No solamente porque apreciaba el whisky (más de un camarero quedaba estupefacto cuando la venerable ancianita no pedía una tila), sino porque le gustaba —orteguiana, al fin— sentir el latido vital de cada momento, ese espíritu de época que, si lo es, se siente por igual en los libros y en los bares.

Autor: admin 1 enero 2007

José Manuel Benítez Ariza

Nadie lo es

“Billy Wilder, autor de cuatro obras maestras…” Bueno, con haberlo sido de una hubiera bastado. Pero no es la primera vez que leo u oigo comentarios que le perdonan la vida al afamado director. Por supuesto, hay películas de Wilder mejores, más complejas, más ricas que otras. O que parecen resistir mejor el tiempo. Pero incluso eso, como tantas otras cosas, cambia también con el tiempo. Así, Avanti! (1972), que pareció en su día una película menor, se revela ahora como una historia complejísima, que incluye no solo los consabidos chistes sobre el americano fuera de contexto, sino también una toma de temperatura a la comedia italiana como manera de entender el mundo. Un, dos, tres (One, Two, Three, 1961), por mucho que se considere una mera reconsideración de Ninotchka (1939), resulta hoy una película extraordinariamente lúcida, que habla no solo de las debilidades del comunismo, sino también de la escasa valía intrínseca del capitalismo para ser su única alternativa.