Autor: admin 16 julio 2009

Inmaculada de la Fuente

La voz y la figura de Constancia de la Mora Maura han sido rescatadas del olvido en los últimos años, pero las sombras que planean aún sobre su trayectoria alimentan una visión enigmática y todavía tópica de la nieta comunista de Antonio Maura. No es fácil despojarla de la leyenda que la acompaña. Su apoyo sin fisuras a la II República, su labor de propaganda al frente de la oficina de Prensa Extranjera y su matrimonio con el jefe de la Fuerza aérea, Ignacio Hidalgo de Cisneros, dotan a su figura de un halo de ficción, como si faltaran aún cabos sueltos para entender de modo cabal su biografía. O como si una trayectoria tan singular y novelesca exigiera una constante revisión. En consecuencia, la nieta republicana de Maura sigue siendo una desconocida, no solo por su exilio en México, donde sus convicciones comunistas experimentaron una sutil transformación, sino por esa visión borrosa y fragmentada que nos ha legado ella misma. Un retrato en penumbra que convive con otros rasgos de su carácter más contrastados, los de una militante entusiasta e implacable.

Autor: admin 6 mayo 2009

Inmaculada de la Fuente

Matilde Ucelay fue la primera española que se licenció en Arquitectura y que ejerció como tal en España. Una pionera que vivió sin ser demasiado consciente de que lo era, con la naturalidad de quien asume la realidad elegida y olvida las connotaciones que la acompañan. Matilde Ucelay falleció a los 96 años en noviembre de 2008, y su vida atraviesa todo el siglo xx. Fue una de primeras españolas que eligió una carrera considerada netamente masculina en el primer tercio del siglo que le tocó vivir. Nadie podía imaginar entonces que cien años después la iraní Zaha Hadid formaría parte de la elite de arquitectos más célebres del mundo. Ni siquiera podían intuir que Matilde Ucelay cumpliría su sueño de construir y rehabilitar edificios, y que al final de su vida dejaría un centenar de obras. Eso sí, algunas de ellas sin su nombre, al prohibírsele durante cinco años ejercer su profesión.

Autor: admin 21 marzo 2009

Inmaculada de la Fuente

Carmen Laforet sigue siendo la voz más misteriosa de la literatura española del siglo xx. Guardó para sí zonas de sombra, enigmas personales y literarios que no quiso compartir con nadie ni revelar en vida. Selló de tal modo algunos de sus secretos que ni siquiera ella misma se atrevió a abrirlos más tarde. Se replegó en el silencio en la segunda parte de su vida, años después de haber escrito Nada, un icono de la literatura de la posguerra, algunas novelas más, diversos relatos y libros de viaje. Pasó del resplandor a la penumbra por propia voluntad. Marcó a varias generaciones de lectores que quisieron saber más de una autora que les fascinaba y a la vez se les desvanecía, incitándoles a seguir su huella. Hasta dibujar en el imaginario colectivo una figura tan mítica como inalcanzable.

Nada obtuvo el primer premio Nadal (1945) y revolucionó no sólo el mundo literario sino la vida misma de Carmen Laforet. Cualquier historia de posguerra empalidece ante esta brillante y asombrosa novela escrita en 1944 por una universitaria de 23 años. En pocos días, se vio encumbrada como escritora de un talento singular, como si ya estuvieran en sus manos los logros que sólo consigue un autor maduro. En parte se debió a su juventud y a su condición de mujer, pero sobre todo a la inusual perspectiva desde que escribió Nada. Una nueva edición de Destino ofrece en estos días esta novela mítica que cada vez que se relee aporta algo inesperado, como si admitiera diversas lecturas. ¿A qué se debe tal milagro? Sin duda a la frescura de su prosa y al estado de gracia en que Laforet la escribió.

Autor: admin 25 septiembre 2008

Inmaculada de la Fuente

Nombrar a Remedios Varo es adentrase en el misterio. Son diversos los enigmas que acompañan su pintura; extraña y extravagante fue su forma de vivir. Al menos eso se desprende de la parte de su vida que vislumbramos en las claves biográficas que recorren sus cuadros. Hasta hace unos años, una vida al abrigo de curiosos salvo para un puñado de críticos y estudiosos del surrealismo. En los últimos tiempos, la fascinación que suscita su obra, abocada a múltiples lecturas, ha alimentado nuevos interrogantes sobre los laberintos interiores que tuvo que sortear como creadora y como mujer. El tiempo de la penumbra ha pasado. Su figura emerge con fuerza desde hace años, en la doble vertiente de redescubrir su biografía y de ahondar en una obra marcada por una gran carga onírica y simbólica.

Autor: admin 6 noviembre 2007

Inmaculada de la Fuente

Las últimas publicaciones en torno a Zenobia Camprubí nos revelan nuevos ángulos de una figura que se resiste a ser un mero espejo de Juan Ramón. Son pequeños resplandores en una personalidad poliédrica a la que algunos han considerado sombra del poeta, a pesar de que su temperamento la alejaba de cualquier vocación de opacidad. Estos nuevos destellos ofrecen un espejo más nítido y menos gastado de la esposa de Juan Ramón Jiménez, al tiempo que la dotan de cierto aire enigmático. A la no muy lejana publicación del tercer tomo de sus diarios, editados por Graciela Palau de Nemes y publicados en Alianza Editorial, se ha sumado la primera parte de su correspondencia, recogida por la profesora Emilia Cortés dentro de las publicaciones de la Residencia de Estudiantes. Un extenso volumen, este último, que reproduce sus cartas a Juan Guerrero Ruiz y su esposa Ginesa, una relación de confianza convertida en dependencia al marchar los Jiménez al exilio y encargar al matrimonio la gestión de sus asuntos literarios y económicos en España durante su ausencia. A través de este primer epistolario (que abarca desde 1917 a su muerte, en 1956) y de las punzantes, intensas y francas anotaciones de sus diarios, Zenobia Camprubí relata su vida con Juan Ramón y deja entrever su yo, el de una mujer independiente, práctica y activa. En ningún caso sumisa. Diarios y cartas constituyen una narración autobiográfica de su intimidad y de la relación de entrega, en ocasiones hasta el agotamiento, que mantuvo con el poeta, por lo que no cabe especular sobre su subordinación frente al egoísmo de Juan Ramón, dispuesto a no quedarse solo a toda costa, incluso en el caso límite de tener ella que ausentarse para que le trataran el cáncer que acabaría con su vida.