Autor: admin 3 marzo 2007

José Cereijo

En las últimas líneas de su espléndido Historial de un libro, dice Luis Cernuda lo siguiente:

En México terminé Con las horas contadas, así como la breve serie de los Poemas para un cuerpo, incluidos en la colección citada, que son, entre todos los versos que he escrito, unos de aquellos a los que tengo algún afecto. Al decir eso comprendo que yo mismo doy ocasión para una de las objeciones más serias que pueden hacerse a mi trabajo: la de que no siempre he sabido, o podido, mantener la distancia entre el hombre que sufre y el poeta que crea.

Cernuda, pues, parece temer ahí —si yo le entiendo bien— que los Poemas para un cuerpo puedan correr el riesgo de atentar contra la objetividad que juzga necesaria en el tratamiento del material poético, por estar demasiado cerca de la experiencia vital que los suscita. Un afán de distanciarse de lo autobiográfico que procede sin duda de la reacción antirromántica (contra ciertos excesos del Romanticismo, más exactamente) de las vanguardias de los años veinte, en las que él mismo se había formado; y que, en su caso, pudo además verse intensificado por el antirromanticismo militante y el deseo de objetividad en los que no pocas veces insistió Eliot, a quien tanto admiró.

Autor: admin 6 noviembre 2006

José Cereijo

pesar de la conocida frase de Paul Celan (“Da sentido a tu decir: dale sombra”), todos sentimos instintivamente, me imagino, que la sombra y el sentido no son la misma cosa, no se equivalen. Añadir oscuridad no es añadir sentido; en todo caso, más bien lo contrario. Y sin embargo, parece igualmente evidente que la obviedad mata la poesía. Quizá quien mejor expresó esta disyuntiva (al menos en lo que yo conozco) fue Juan Ramón Jiménez, en un brevísimo aforismo que dice así: “Secreto y trasparencia”.